miércoles, 10 de diciembre de 2014

A 70 años de la masacre del Campo de Thiaroye



   El 1 de diciembre se cumplieron siete décadas de una de las mayores injusticias perpetradas por el gobierno colonial francés: la masacre de tiradores senegaleses en el Campo de Thiaroye. En este artículo recordamos esa oscura jornada, y homenajeamos a los valerosos soldados africanos, hombres que lucharon por una patria ajena en detrimento de su propia libertad.

Por: Lisa Mena.


     Durante este 2014 se recordaron a lo largo de todo el globo los cien años de uno de los momentos más sombríos en la historia de la humanidad: el comienzo  de la Primera Guerra Mundial. Este conflicto bélico no sólo enfrentó a las incipientes potencias mundiales por el poderío económico y armamentístico sino que también evidenció hasta qué límites ciegos de codicia y crueldad podía llegar la naturaleza humana en pos de sus ambiciones, lo que se manifestó en su máximo horror durante la Segunda Guerra Mundial.
  Muchas historias ocurridas durante ambos enfrentamientos han sido rescatadas y conservadas por la historia y la memoria colectiva, instancias de lucha, dolor y sacrificio de una Europa devastada que supo renacer de sus cenizas. No obstante, suelen ser escasas las alusiones al rol sustancial del soldado africano en la consagración y prosperidad de las potencias del Viejo Continente. 

  Por estos motivos, consideramos oportuno tanto señalar la importancia de la participación africana en las grandes guerras europeas del siglo XX como iluminar aquellas injusticias que no debieren ser repetidas. Para ello, recordaremos a la masacre del Camp de Thiaroye, hecho histórico que, pese a ser una de los más grandes abusos perpetrados durante el gobierno colonial francés, carece de la difusión necesaria para la toma de conciencia y reflexión que todo agravio a la humanidad requiere.  

Los tirailleurs senegaleses
 Si bien el reclutamiento de milicias nativas consistía una actividad corriente en las colonias francesas, es a partir de 1910 en que se acelera la formación de cuerpos de infantería integrados exclusivamente por africanos. Motiva este proceso la publicación de La Force Noire, obra del general francés Charles Mangin en la que se subraya el rol del continente negro como una importante reserva de potenciales soldados que deberían asistir al Imperio ante una eventual guerra europea.
  Así, con el pretexto de que cada nativo tiene la obligación de acudir al llamado  del gobierno colonial, se reclutan más de doscientos mil soldados, conocidos como tirailleurs sénégalais. Esta denominación, que significa tirador de hostigamiento y deriva de la palabra tir (disparo), se empleaba originalmente para designar a la infantería ligera durante el período napoleónico. Al desatarse el conflicto en 1914, se utiliza para nombrar  a todo soldado negro que combatía por Francia.
  Explican Blanchard y Deroo: 
El africano negro, percibido entonces como un salvaje, debe transformarse en un verdadero militar al servicio de la madre patria. Mientras Francia le aporta los progresos de la civilización, África, fuente inagotable de brazos, le ofrece en intercambio a sus hijos para ayudarla a combatir. Por lo tanto, es necesario lavar a estos soldados del Imperio, es decir, desproveerlos de su salvajismo antes de llamarlos a Europa. El fez rojo, el abrigo azul reglamentario sobre ese cuerpo de niño desnudo, son el primer signo de humanización del ejército. Ello deviene en el símbolo del tirailleur” (2000, p.167)[1].

  La inclusión de estos hombres no sólo devino en una ventaja bélica, sino que trajo como consecuencia una imaginería poblada de clichés y prejuicios acerca de estos “guerreros exóticos” que comenzaban a introducirse en la vida francesa. Digno de mención es el caso de la empresa Nourriture y su producto Banania, representantes del pensamiento colonialista en Francia y el personaje emblemático de su envase, que pronto se convierte en una figura popular de la cultura gala.

  Desde 1915, con el popular L´ami y´a bon, “el estereotipo del buen negro evoluciona hacia una humanización de su imagen. Se construyen entonces representaciones de un personaje naïf, gentil, un tanto simple y torpe, pero generoso y capaz (Ibíd., p. 170).

  Durante la Segunda Guerra Mundial, los soldados africanos continúan batallando a la vanguardia de los ejércitos franceses, principalmente en la ofensiva alemana de mayo a junio de 1940. Aproximadamente 100.000 combatientes negros fueron tomados prisioneros por el régimen nazi y empleados en trabajos forzados.
  Al finalizar el conflicto, más de 1300 cautivos son liberados y movilizados a un campo de tránsito en Thiaroye, al sur de Dakar, el 21 de noviembre de 1944, con el objetivo de ser agrupados para recibir el pago por sus servicios prestados y una prima de desmovilización. No obstante, dicha retribución nunca tiene lugar, por lo que los fusileros se rebelan y toman de rehén a un oficial, al que dejan libre una vez que se les promete que sus reclamos serán satisfechos.

  Sin embargo, durante la madrugada del 1 de diciembre de 1944, el campo de Thiaroye es rodeado por camiones de guerra que fusilan a los tirailleurs mientras estos se van levantando de sus camas. Como resultado de la masacre, 34 soldados africanos son asesinados y 35 son juzgados y condenados a penas de hasta diez años de cárcel.
  La masacre de Thiaroye pasó a la historia como símbolo de la arbitraria actitud colonial e inspiró movimientos de liberación nacional en el continente.



  En el año 2004 se instituyó el 23 de agosto como el día del Tirailleur Senegalés.  En el 2012, el president francés Francois Hollande se expresó públicamente acerca de esta represión sangrienta, lo que las autoridades francesas consideraron como una disculpa oficial. Ofreció además la donación de todos los archivos secretos militares relacionados con este hecho.

                      
Bibliografía                                               
BLANCHARD, Pascal et DEROO, Eric (2000). “Du Sauvage a Bon Noir. Le sens de l’image dans six représentations du tirailleur sénégalais”. En : Quasimodo. Fictions de l´étranger (6), 167-172.

Para complementar
- Camp de Thiaroye (Senegal, 1987). Excelente película de Ousmane Sembène, escrita y dirigida en colaboración con Thierno Faty Sow:



- L´ami y a bon (Francia, ). Exquisito cortometraje animado del director argelino Rachid Bouchareb.



[1] La traducción y adaptación del francés de todas las citas de esta fuente me pertenece.