El 1 de diciembre se cumplieron siete décadas de una de las mayores injusticias perpetradas por el gobierno colonial francés: la masacre de tiradores senegaleses en el Campo de Thiaroye. En este artículo recordamos esa oscura jornada, y homenajeamos a los valerosos soldados africanos, hombres que lucharon por una patria ajena en detrimento de su propia libertad.
Por: Lisa Mena.
Por: Lisa Mena.
Durante
este 2014 se recordaron a lo largo de todo el globo los cien años de uno
de los momentos más sombríos en la historia de la humanidad: el comienzo de la Primera Guerra Mundial. Este conflicto
bélico no sólo enfrentó a las incipientes potencias mundiales por el poderío
económico y armamentístico sino que también evidenció hasta qué límites ciegos de
codicia y crueldad podía llegar la naturaleza humana en pos de sus ambiciones, lo
que se manifestó en su máximo horror durante la Segunda Guerra Mundial.
Muchas historias ocurridas durante ambos
enfrentamientos han sido rescatadas y conservadas por la historia y la memoria
colectiva, instancias de lucha, dolor y sacrificio de una Europa devastada que
supo renacer de sus cenizas. No obstante, suelen ser escasas las alusiones al
rol sustancial del soldado africano en la consagración y prosperidad de las
potencias del Viejo Continente.
Por estos motivos, consideramos oportuno tanto
señalar la importancia de la participación africana en las grandes guerras
europeas del siglo XX como iluminar aquellas injusticias que no debieren ser
repetidas. Para ello, recordaremos a la masacre del Camp de Thiaroye, hecho
histórico que, pese a ser una de los más grandes abusos perpetrados durante el
gobierno colonial francés, carece de la difusión necesaria para la toma de
conciencia y reflexión que todo agravio a la humanidad requiere.
Los tirailleurs senegaleses
Si bien
el reclutamiento de milicias nativas consistía una actividad corriente en las
colonias francesas, es a partir de 1910 en que se acelera la formación de
cuerpos de infantería integrados exclusivamente por africanos. Motiva este proceso
la publicación de La Force Noire,
obra del general francés Charles Mangin en la que se subraya el rol del
continente negro como una importante reserva de potenciales soldados que deberían
asistir al Imperio ante una eventual guerra europea.
Así, con el pretexto de que cada nativo tiene
la obligación de acudir al llamado del
gobierno colonial, se reclutan más de doscientos mil soldados, conocidos como tirailleurs
sénégalais. Esta denominación, que significa tirador de hostigamiento y deriva de la palabra tir (disparo), se empleaba originalmente
para designar a la infantería ligera durante el período napoleónico. Al
desatarse el conflicto en 1914, se utiliza para nombrar a todo soldado negro que combatía por Francia.
Explican Blanchard y Deroo:
El africano negro, percibido entonces
como un salvaje, debe transformarse en un verdadero militar al servicio de la
madre patria. Mientras Francia le aporta los progresos de la civilización,
África, fuente inagotable de brazos, le ofrece en intercambio a sus hijos para
ayudarla a combatir. Por lo tanto, es necesario lavar a estos soldados del
Imperio, es decir, desproveerlos de su salvajismo antes de llamarlos a Europa. El
fez rojo, el abrigo azul reglamentario sobre ese cuerpo de niño desnudo, son el
primer signo de humanización del ejército. Ello deviene en el símbolo del tirailleur”
(2000, p.167)[1].
La inclusión de estos hombres no sólo devino
en una ventaja bélica, sino que trajo como consecuencia una imaginería poblada
de clichés y prejuicios acerca de estos “guerreros exóticos” que comenzaban a introducirse
en la vida francesa. Digno de mención es
el caso de la empresa Nourriture y su
producto Banania, representantes del
pensamiento colonialista en Francia y el personaje emblemático de su envase,
que pronto se convierte en una figura popular de la cultura gala.
Desde
1915, con el popular L´ami y´a bon,
“el estereotipo del buen negro evoluciona hacia una humanización de su imagen.
Se construyen entonces representaciones de un personaje naïf, gentil, un tanto
simple y torpe, pero generoso y capaz (Ibíd., p. 170).
Durante
la Segunda Guerra Mundial, los soldados africanos continúan batallando a la
vanguardia de los ejércitos franceses, principalmente en la ofensiva alemana de
mayo a junio de 1940. Aproximadamente 100.000 combatientes negros fueron
tomados prisioneros por el régimen nazi y empleados en trabajos forzados.
Al finalizar el conflicto, más de 1300
cautivos son liberados y movilizados a un campo de tránsito en Thiaroye, al sur de Dakar, el 21 de noviembre
de 1944, con el objetivo de ser agrupados para recibir el pago por sus
servicios prestados y una prima de desmovilización. No obstante, dicha
retribución nunca tiene lugar, por lo que los fusileros se rebelan y toman de
rehén a un oficial, al que dejan libre una vez que se les promete que sus
reclamos serán satisfechos.
Sin embargo, durante la madrugada del 1 de
diciembre de 1944, el campo de Thiaroye es rodeado por camiones de
guerra que fusilan a los tirailleurs
mientras estos se van levantando de sus camas. Como resultado de la masacre, 34
soldados africanos son asesinados y 35 son juzgados y condenados a penas de
hasta diez años de cárcel.
La masacre de Thiaroye pasó a la historia
como símbolo de la arbitraria actitud colonial e inspiró movimientos de
liberación nacional en el continente.
En el año 2004 se instituyó el 23 de agosto
como el día del Tirailleur Senegalés. En el 2012, el president francés Francois
Hollande se expresó públicamente acerca de esta represión sangrienta, lo que
las autoridades francesas consideraron como una disculpa oficial. Ofreció
además la donación de todos los archivos secretos militares relacionados con
este hecho.
BLANCHARD, Pascal et DEROO, Eric (2000). “Du Sauvage a
Bon Noir. Le sens de l’image dans six représentations du tirailleur sénégalais”.
En : Quasimodo. Fictions de
l´étranger (6), 167-172.
Para complementar
Para complementar
- Camp de Thiaroye (Senegal, 1987). Excelente película de Ousmane Sembène, escrita y dirigida en colaboración con Thierno Faty Sow:
- L´ami y a bon (Francia, ). Exquisito cortometraje animado del director argelino Rachid Bouchareb.
- L´ami y a bon (Francia, ). Exquisito cortometraje animado del director argelino Rachid Bouchareb.
[1] La traducción y
adaptación del francés de todas las citas de esta fuente me pertenece.